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Goleada y repaso al líder en el Calderón

Atlético: Esto es Esparta !!!

Goleada y repaso al líder en el Calderón


Tiago celebra el primer gol de la tarde.

Cinco derbis desde el de Lisboa y el Madrid no ha vuelto a ganar. Con ouija y sin ella. Con titulares y con suplentes. Da igual. Partido a partido, el Atlético le agarra por la mano y le da un baile por toda la pista. Esta vez encendido, con un público inflamado, el Cholo-Team exploró sus límites. Esta vez no fue ese espartano de corredor estrecho, capaz de frenar, oleada tras oleada ,cada ataque persa. No, esta vez el Atleti no se atrincheró en Las Termópilas. Esta vez peleó en campo abierto. Como una sola e impenetrable unidad. Con la ley de Leónidas esculpida en el carisma de Simeone: cada escudo de los espartanos atléticos protegía al hombre a su izquierda ,del muslo al cuello. Nada más iniciarse el partido, Simeone invocó al rey de Esparta: “'No les deis nada. Arrebatárselo todo”. Y así fue. 

Salió de estampida el Atlético y compartió su cultura, la del esfuerzo, durante toda la tarde con un Madrid convertido en un muñeco de trapo. El Atlético empujó con el alma. Y esta vez, con fútbol de alta escuela. Algo tendrán que explicar los que dicen que este equipo no juega a nada. Si había ganado convirtiendo su área en el abismo de Helm, esta vez el equipo del Cholo supo hacerlo con un ataque frontal, descarnado y repleto de calidad. Irrumpió, a golpe de corneta, robando y tocando, combinando y desbordando, hasta no dejar ni las raspas del campeón de Europa, el que dicen es el equipo de Dios, el que es el número uno de la revista Forbes y del que es la mitad de equipo de lo que los pretorianos mediáticos de Florentino hacen ver. El Atlético sacó la maza y el Madrid, que dicen es divino, sintió un escalofrío, muy humano, recorriendo su columna.

Uno moría en cada pelota. El otro, miraba. Y ahí, pulgada a pulgada, estuvo la diferencia. Koke se rompió y dejó su lugar a Saúl. A mal tiempo, buena cara. Tiago, estupendo, descargó un disparo venenoso que Casillas no supo atrapar. Era el primero y el Atlético, lejos de conformarse, era un boxeador golpeando en serie. Algo muy jodido en un ring. Un despeje fallido de Nacho que Casillas sacó a duras penas bastó para que el público cantase con ironía Iker, Iker”. En ese momentola gente supo que el santo tenía la tarde libre. Había una fuga en el centro del campo del Madrid y el Atlético entraba por esa rendija. Siquiera por fin, enorme, ganó línea de fondo, metió bola al área y Saúl, de tijera acrobática, hacía el segundo. AtletiBetter Call Saúl. Un tanto de museo. El que la propaganda dice que es un equipo violento -¿convendría repasar las estadísticas ¿no?- tenía la pelota, la amasaba, la distribuía y la tocaba, una y otra vez, a placer. Si amigos, el Atleti estaba en su versión más espartana: “El aire, frío en sus pulmones. Los pinos, que mecidos por el viento se estrellan contra la apremiante noche. Su pulso es firme, su forma física, perfecta”. Era una furia. De rojo y blanco.

En el segundo acto, el Atlético siguió talando el árbol blanco. El Madrid cedía. Metros, balón, ocasiones y errores. Robinson decía en el Plus que la BBC era una cadena de barrio y las redes sociales convenían que a Cristiano, Competición le había metido tres partidos y no dos. A cada pifia lusa, el Calderón rendía su tributo: Uuuhhhh. El Atlético seguía al ataque. Trallazo de Griezmann, chilena de Griezmann, cabezazo de Miranda y de propina, Tiago, sin oposición, perdonaba el tercero. El Calderón se enardecía: “Olé, Olé, Olé”. Con la ambición de ser el único motivo de un amor. El de su equipo, que quería más. Y al ritmo de Arda, el Atlético se lo concedió. La sal la pondrá Arbeloa algún día. Los huevos los ponía el equipo de su vecino, el Cholo. Y el fútbol, también. Arda cosió una pelota a su pie de oro, se fue de tres, la orientó al segundo palo, Saúl percutió de cabeza y Griezmann le robó la cartera a Varane. Era el tercero en la cara de un Madrid reducido a sucedáneo caro de Hacendado. El cuarto llegaba con la firma de Torres, ese que el suministro de estramonio lleva años asegurando que está acabado. El Niño ganó la línea de fondo, la puso donde hace pupa y Mandzukic, completando un partido brutal, dibujó el cuarto. Un día, no muy lejano, durante esta era de Simeone, alguien verá a un operario del Atlético colgar un cartel en el vestuario del estadio, en el túnel de vestuarios. Su leyenda será: “Esto es Esparta”. Y con razón. Allí juegan hombres. Los espartanos de Simeone.

En la inclasificable El Reino de los Cielos, el caballero cristiano Balin rinde Jerusalén, después de un intenso asedio, ante la enormidad del ejército de Saladino. Ambos, después de cientos de muertos, pactan el final de la resistencia con un apretón de manos. Balian, exhausto, pregunta cuanto vale Jerusalén. El caudillo árabe hace una pausa y responde: 'Nada'. Apenas un instante después, gira la cabeza hacia las murallas y con vehemencia, rectifica: 'Todo'. Para el Madrid, que desde Lisboa no sabe ganar un derbi, perder 4-0 en el Calderón igual no es nada. Para el Atleti , lo es todo.

Rubén Uría / Eurosport